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lunes, 20 de enero de 2025

Cuento : El caracol que soñaba con las estrellas


El Caracol que Soñaba con las Estrellas
En un rincón de un bosque tranquilo vivía un pequeño caracol llamado Luco. Tenía una concha que brillaba tenuemente como si guardara un secreto antiguo, y aunque los demás caracoles pasaban los días arrastrándose lentamente entre hojas húmedas, Luco tenía algo que lo hacía diferente: soñaba con tocar las estrellas.
—Luco, deja esas tonterías —le decía su amigo Tirso—. Nosotros, los caracoles, estamos hechos para estar cerca del suelo, no para mirar al cielo.
Pero Luco no hacía caso. Cada noche, cuando las demás criaturas del bosque dormían, él salía de su refugio y miraba hacia las estrellas, imaginando cómo sería alcanzarlas. A menudo hablaba con la luna, que parecía escuchar sus sueños en silencio.
Una noche, un niño curioso llamado Nico apareció en el bosque. Nico era diferente a otros niños; siempre hacía preguntas que los adultos consideraban “imposibles”. Al verlo, Luco se acercó lentamente.
—¿Por qué estás aquí tan tarde? —preguntó el caracol.
—Estoy buscando una estrella fugaz para pedirle un deseo —respondió Nico—. Quiero construir una escalera que llegue al cielo.
Luco sintió que había encontrado a alguien que compartía su sueño.
—¡Yo también quiero llegar a las estrellas! —dijo emocionado—. Pero soy solo un caracol.
Nico lo miró con ojos brillantes.
—Si quieres tocar las estrellas, puedo ayudarte. Pero necesito tu luz.
Aunque Luco no lo sabía, su concha emitía un resplandor mágico cuando soñaba con fuerza. Nico, con su imaginación infinita, recogió ramas, hojas, y una vieja cuerda que encontró en el bosque. Con paciencia y creatividad, construyó una especie de escalera, atándola con el brillo de la concha de Luco como guía en la oscuridad.
A medida que trabajaban juntos, Luco comenzó a sentir que las estrellas estaban más cerca. Cuando la escalera estuvo terminada, Nico colocó al caracol en lo alto de su hombro y juntos subieron tan alto como pudieron. Al llegar al último peldaño, Luco estiró sus pequeños cuernos hacia el cielo y, para su sorpresa, una estrella descendió como un destello de luz dorada.
La estrella habló con una voz dulce:
—Los sueños de quienes creen en lo imposible son los más poderosos. Tú, pequeño caracol, nos has mostrado que incluso lo más lento puede llegar lejos.
La estrella tocó la concha de Luco, y desde ese día, brilló con un resplandor que iluminaba el bosque entero, recordándole a todos que ningún sueño es demasiado grande.
Moral de la historia: Los niños, y aquellos que conservan su espíritu, saben que nada es imposible. La fe en los sueños, por pequeños o grandes que parezcan, puede convertir lo ordinario en extraordinario.
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