En el Buenos Aires colonial las casas eran bajas, muy parecidas entre sí, sus paredes eran gruesas pintadas con cal, tenían tejas rojas, ventanas con rejas de hierro y las infaltables macetas con flores.
Sólo muy pocas casas tenían planta baja y primer piso, estas casas estaban alrededor de la plaza mayor y pertenecían a familias más adineradas. Las denominaban "altos" las cuales llevaban el apellido de sus propietarios como por ejemplo: Los altos de Riglos y los de Escalada.
Las casas tenían muchas habitaciones, con ventanales que daban a un patio con muchos árboles. En el patio se reunían las familias a tomar mate, conversar y comer ricos pastelitos.
Las calles eran de tierra y las veredas eran empedradas pero muy angostitas. Cuando llovía se hacía bastante difícil transitar por las calles de la ciudad.
Sólo las calles principales estaban alumbradas por las noches con un farol de vidrio y adentro se colocaba una vela de grasa, que el farolero encendía todas las noches.
El mobiliario de las casas era muy escaso, sólo las familias más pudientes tenían gran cantidad de muebles pero no seguían un estilo o muchas veces los muebles no combinaban entre sí.
En los salones tenían muebles bajos con puertas de vidrio donde se podían observar la vajilla y adornos de plata muy comunes en aquella época. Los platos y vajilla de loza o porcelana eran traídas de Europa, eran muy costosas sólo las familias adineradas e importantes de la colonia las tenían y eran utilizadas en ocasiones especiales ya que si se rompía una pieza era casi imposible reponerla.
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